Es difícil hace números porque se trata de una
sangría constante, pero puede calcularse que, en lo que va de año, las
grandes multinacionales norteamericanas han despedido a más de 200.000
trabajadores. Europa sigue el mismo camino, entre otras cosas porque
Francia y Alemania no están creciendo al ritmo debido.
Ahora bien, la pregunta es si nos encontramos ante
una crisis económica o ante una crisis social. Más bien parece lo segundo.
Y esa crisis, mejor cambio, social consiste en la disminución progresiva de
las grandes factorías y sus sustitución, no ya por las pymes, sino por los
profesionales y las mini-empresas. Estados Unidos, a pesar de los despidos,
continúa con una tasa de paro puramente técnica, que no alcanza el 5%. Se
destruyen trabajos en la gran industria pero se crean despachos en el
sector servicios. No vamos hacia una sociedad de pymes, sino de
autónomos. Esta es la clave.
Es más, las multinacionales optan por la franquicia.
Se han convertido en meras gestoras de marca. En cada país pactan con quien
conoce el mercado interno para que fabrique y venda sus productos,
confeccionados con total libertad por parte del nativo, a cambio de colocar
su marca y compartir gastos de publicidad. La franquicia no disminuye el
poder de las multinacionales, sino que lo incrementa, porque la marca
se ha convertido en el factor clave de la producción.
Eso sí, el cambio hacia la nueva sociedad, como
todos los grandes cambios sociales, será lento. Y al Estado le toca
cumplir el papel de facilitar fiscalmente la labor de los emprendedores, de
los mini-emprendedores, de la microempresa.
Y la última consecuencia es esta: la primacía del
autónomo, del trabajador por cuenta propia va a en detrimento del poder
absoluto de los mercados financieros, la clave económica del siglo XX.
Los mercados necesitan de las grandes corporaciones para vivir tranquilos
en un amplio mar de especulación. Salvo que los analistas, que
probablemente lo harán, empiecen a valorar las franquicias.
hispanidad 25/05
Es difícil hace números porque se trata de una
sangría constante, pero puede calcularse que, en lo que va de año, las
grandes multinacionales norteamericanas han despedido a más de 200.000
trabajadores. Europa sigue el mismo camino, entre otras cosas porque
Francia y Alemania no están creciendo al ritmo debido.
Ahora bien, la pregunta es si nos encontramos ante
una crisis económica o ante una crisis social. Más bien parece lo segundo. Y
esa crisis, mejor cambio, social consiste en la disminución progresiva de las
grandes factorías y sus sustitución, no ya por las pymes, sino por los
profesionales y las mini-empresas. Estados Unidos, a pesar de los despidos,
continúa con una tasa de paro puramente técnica, que no alcanza el 5%.
Se destruyen trabajos en la gran industria pero se
crean despachos en el sector servicios. No vamos hacia una sociedad de
pymes, sino de autónomos. Esta es la clave .
Es más, las multinacionales optan por la franquicia.
Se han convertido en meras gestoras de marca. En cada país pactan con quien
conoce el mercado interno para que fabrique y venda sus productos,
confeccionados con total libertad por parte del nativo, a cambio de colocar
su marca y compartir gastos de publicidad. La franquicia no disminuye el
poder de las multinacionales, sino que lo incrementa, porque la marca se
ha convertido en el factor clave de la producción.
Eso sí, el cambio hacia la nueva sociedad, como
todos los grandes cambios sociales, será lento. Y al Estado le toca
cumplir el papel de facilitar fiscalmente la labor de los emprendedores, de
los mini-emprendedores, de la microempresa.
Y la última consecuencia es esta: la primacía del
autónomo, del trabajador por cuenta propia va a en detrimento del poder
absoluto de los mercados financieros, la clave económica del siglo XX.
Los mercados necesitan de las grandes corporaciones para vivir tranquilos en
un amplio mar de especulación. Salvo que los analistas, que probablemente lo
harán, empiecen a valorar las franquicias.
Fuente:Diario Hispanidad 25/05/2001